lunes, 2 de octubre de 2017

Lunes de tristeza


Finalmente ocurrió lo peor.

Las imágenes penosas, lamentables, escalofriantes, de lo acontecido ayer en Barcelona sonrojan a todo ser humano con un mínimo de cordura. Nunca en toda mi vida había sentido, como sentí ayer, helárseme el corazón.

En esta guerra de banderas, de naciones huecas de humanidad, de odios largamente acumulados, ... vago por tierra de nadie. No estoy sólo en este exilio, me consta, pero mis afines hemos construido en estos meses de locura colectiva nuestra propia isla, que es privada y solitaria, nuestra y de nadie más. Un refugio contra el mundo.

Pero no hay isla tan lejana a la que no lleguen los ecos del odio y del dolor. 

No hay realmente palabras. 

Yo me niego a participar en este despropósito colectivo. Buscadme cuando bajéis de vuestras atalayas morales, no antes. Cuando os sonroje ser la vergüenza de la civilización. Cuando comprendáis que vuestras banderas de colores vivos son tan negras como la muerte. 

¡Qué tristeza, que enorme tristeza! 

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